¡Se siente tan bien saber que somos aceptados y queridos! Cuando nuestra pareja expresa que nos ama sólo por ser quien somos y reconoce aquéllo que hacemos bien, nos elogia y nos halaga nos sentimos en el cielo, nuestra autoestima se refuerza y el amor propio crece; se trata de palabras amables y gestos de cariño que son un bálsamo para el corazón. No en vano la palabra halago - que proviene del árabe halaq - significa tratar con suavidad.
Es verdad, todos tenemos debilidades o sombras, esos defectos que a mí en lo particular no me gusta etiquetar como tales. Cuando nuestra pareja nos los hace ver de forma adecuada y asertiva es una oportunidad para crecer, para mejorar, pero el cambio sólo se dará si tenemos la voluntad y la decisión de hacerlo. Machacar los defectos en una cantaleta cansina y fastidiosa no generará una respuesta positiva, por el contrario, hará que la persona se aleje cada día más y evite la comunicación, y en muchos casos refuerce esa conducta que nos molesta y queremos que modifique.
Las palabras positivas y afectuosas son el mejor reforzador. Así como un bebé que aprende a caminar va dando pasitos inseguros y tambaleantes, pero la mamá refuerza su esfuerzo impulsándolo a continuar, para que adquiera confianza, de la misma manera funcionamos los adultos. En la convivencia en pareja donde aprendemos a conocer al otro a profundidad con el tiempo y donde hay muchas cosas que nos molestarán seguro, porque ambos venimos de familias con estilos distintos de crianza, entre otras diferencias que no advertimos al momento del enamoramiento.
Cuando el tiempo del flechazo inicial pasa y nos va absorbiendo la rutina, damos el amor por sentado. Pensamos "Es que él/ella sabe que yo lo/la amo" y esto es un error. Podemos estar seguros del amor, pero el amor que no se demuestra, no se expresa, que no se dice, que no se ve, se va dejando de sentir. Ponemos de excusa el tiempo trepidante de la cotidianidad, lo agobiadas que nos sentimos desempeñando múltiples roles, lo exigente del trabajo, las responsabilidades familiares...y así dejamos que el amor vaya pasando hasta que, muchas veces, resulta demasiado tarde, y reaccionamos cuando ya nada se puede hacer.
¿Por donde comenzar? Piensa ¿Qué admiras de tu pareja? ¿Qué te hizo enamorarte de él o de ella? ¿Cuáles son sus cualidades físicas que más te gustan? ¿Qué que aquéllo que consideras adorable de su personalidad? ¿Qué te gusta de su forma de ser? Y díselo...un cumplido puede hacer nuestro día más brillante y leve, aunque sea una jornada igual de rutinaria como cualquier otra, porque nos hace sentir considerados, tomados en cuenta, valiosos e importantes y eso nos da energía, vitalidad y alegría para cumplir con las exigencias del momento.
El amor se cultiva y se riega con hechos y palabras. Para que la pareja funcione debe haber compromiso, amor, complicidad y pasión y eso sólo se logra comunicándonos asertivamente, sin escatimar en halagos y cumplidos, y señalando lo que nos molesta pero con delicadeza y sin ser tan reiterativos, apuntando siempre al hecho y no a la persona...la apreciación es terapéutica y refuerza el vínculo entre los dos, así que hazla saber a tu pareja siempre...eso es vivir en Sexo y Alma!
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