Desde las culturas antiguas – griega y romana
– hasta la religión judeo cristiana, la función social de la mujer ha estado
tradicionalmente asociada al cuidado del hogar y la crianza de los hijos. La
idea de la mujer como ser pueril, cuya voluntad debe ser normada primero por el
padre y después por el marido no es más que el miedo a los hombres a las
mujeres libres, y toda la narrativa que la justifica, para hacerla parecer
natural, viene de los hombres que ejercen el poder, del patriarcado.
La mujer como hada tutelar del hogar, la
imagen de la ama de casa perfecta de labios rojos, cintura ceñida, y falda
amplia, que se regocija en el uso de los electrodomésticos modernos, que
disciplina a los hijos con voz queda, que vive en la ensoñación de esperar a su
trabajador esposo para quitarle los zapatos, ponerle las pantuflas, guardarle
el maletín y servirle un martini con una aceituna es la creación norteamericana
de la postguerra, es el deber ser del Baby Boom, el imperativo de la realización dentro
del calabozo doméstico, la más opresiva de las cárceles, tanto que dio origen a
las enfermedades mentales que hoy conocemos – depresión y ansiedad – y a los
primeros fármacos para tratarlas: los barbitúricos.
De la mujer de felicidad impostada tipo comercial
de aspiradoras, a la ama de casa en crisis, evitando que el maquillaje se le
corra con las lágrimas, y tomando un trago con pastillas tranqulizantes, frustrada porque soñaba ser algo que no pudo ser, como la protagonista de la película Revolutionary Road, solo hay una puerta de
distancia. La idilìca imagen de la esposa perfecta quedó retratada por Ira
Levin en la Stepford Wife, una robotina sexy al servicio del marido, sin mente
propia, sin emociones y sin corazón.
Se requirió de mujeres disruptivas como BettyFriedan, Gloria Steinem, Simone de Beauvoir, y mi favorita, Helen Gurley Brown
aceptar nuestros deseos y aspiraciones fuera de la maternidad y la crianza como
válidas, entender que era natural también querer la libertad, y que era tan
femenino querer salir al mundo a comérselo como profesional como parir, y que
también era posible soñar y construir una vida que incluyera familia, hijos,
carrera y pasiones.
“Ser ayuda idónea”,
“poblar la tierra”, “someterse al liderazgo del esposo por diseño divino”, “ser sumisa y dócil” son preceptos del cristianismo
ortodoxo que hacen mucho daño porque entrañan ideas retrógradas y machistas que
legitiman el maltrato y la violencia en la pareja.
Por eso es que este video de una influencer venezolana con miles de seguidores asusta tanto, y preocupa todavía más el eco positivo en mujeres jóvenes que la pueden ver como un modelo a seguir.
Hemos avanzado
mucho en la conquista de nuestros derechos civiles, sexuales y en el reclamo de
nuestros derechos humanos para asumir creencias religiosas como verdades
absolutas, lo cual es muy distinto a una vida carente de valores y de orden.
La esposa del siglo
XXI es pareja, está a la par del hombre. Ambos son co creadores de la vida en
pareja y de la crianza de los hijos, no es una Eva proscrita de naturaleza
pecadora que surgió de la costilla de Adán, es Lilith creada del mismo barro
divino, portadora de la esencia y la inteligencia humanas, igual que el varón,
ni más ni menos.
La esposa moderna
es primero un ser humano individual, con una vida que se inserta en su relación
de pareja, es una mujer que se conoce, que se cuida para cuidar, que sabe que
ponerse primero no es egoismo, que está presente para ella, que ama sin
sentirse esclava de ese sentimiento y sin definirse sólo a través del rol de
esposa y madre, que los asume con dos facetas más, que ejerce por deseo y no
por obligación social, que se realiza en sus propios términos.
No aceptes consejos
sobre lo que “debe ser” una esposa, ni la religión ni la sociedad deben
imponerte como vivir. Tú eres la protagonista de tu historia, crear una pareja
sana requiere que te ames y te aceptes como eres para poder compartir tu
corazón con alguien más, y entre los dos crear una proyecto de vida en común a
la medida de sus sueños, con comunicación asertiva, alineado con sus principios
comunes, eso es emprender un camino sano y gratificante para los dos, en Sexo y
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