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martes, 31 de julio de 2007

Sumito Estévez: Subyugado por los aromas de la infancia


Físico de profesión y cocinero por vocación y oficio, Sumito es nuestro chef más internacional. La pantalla chica de El Gourmet y Canal Cocina de España lo sacaron del claustro de los fogones para llegar a amas de casa y fanáticos del arte culinario dentro y fuera de nuestro continente. Este caraqueño de padre merideño y madre de la India comenzó a construir el mundo a través de su sensible olfato. Casi al tiempo que aprendió a caminar irrumpía en la cocina de su mamá subyugado por el aroma del curry y exóticas especias asiáticas y con acuciosa curiosidad pedía que lo llevara a ver el contenido de las ollas, y tan pronto aprendió a hablar, preguntaba cuales eran los ingredientes que conjugados producían tan placenteros y deliciosos olores. La influencia profundamente venezolana de los calderos de su abuela paterna lo llevó a fusionar las recetas mantuanas con los sabores picantes y especiados de las tierras lejanas, elementos distintivos de su gastronomía, particular e inclasificable, intensa y única.

El respeto a esos aromas de la infancia, una familia “fanática de la comida”, y el ser hijo de dos académicos, un físico y una filóloga, le imprimieron a Sumito Estévez una rigurosidad distintiva en la práctica de su arte, en el cual posee un amplio sustento teórico de los ingredientes y métodos, y una disciplina que ha sido clave para su éxito dentro de un oficio que “tiende al empirismo”.

Casado, con tres hijos, dos niñas y un varón, además del trabajo dentro del restaurante Sibaris, sus programas de televisión, escribir para El Nacional, ser la imagen de Excelsior Gama e innumerables productos y cumplir una labor pedagógica en El Instituto Culinario de Caracas, ha tomado la radio como otro espacio para la expresión de su creatividad, medio del cual se confiesa enamorado por la intimidad y seducción que imprime en la comunicación con su público.

Se confiesa “familiarísimo”, su vida gira en torno a sus querencias, y afirma con vehemencia que desea seguir cocinando por siempre, objetivo que lo lleva a delegar su agenda y sus compromisos sobre un círculo de amigos y socios que le permiten “no alejarse del oficio creador”.

Hoy da gracias a Dios por su suerte, por haber tenido la posibilidad de realizar sus sueños y aspira seguir deleitando los paladares de comensales ávidos por experimentar su gastronomía: “siempre cocino feliz, quiero transmitir eso en mis platos, que la gente que llega triste salga con una sonrisa, que esa energía que entra a su cuerpo a través de mi comida los sane”.
Foto cortesía de la Revista Gatopardo www.gatopardo.com

ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA IMPACIENTES - MARZO DE 2007

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