Vivimos bombardeados con mensajes positivos. Pareciera que se feliz es una obligación, una meta, un deseo universal, una aspiración talla única. Pareciera que la alegría forzada es lo deseable, mientras las otras emociones necesarias para una vida equilibrada - ira, miedo, tristeza, desagrado y muchas otras - son negativas y la debemos suprimir y olvidar. Con tantas píldoras de autoayuda vamos olvidando que la felicidad es un estado del alma, es el disfrute de trayecto en el momento presente y sobre todo no es igual para todos, que trasciende la emoción pasajera que se extingue para dar paso a una decisión consciente de pensamientos en consonancia con nuestra conducta hacia los demás, y que se ancla en la capacidad de manejar las demandas de la vida y tolerar las frustraciones siendo asertivos y resilientes. Esta obsesión por estar bien permanentemente se conoce como Síndrome de Bienestar y fue descubierto por Cederstorm y Spicer en 2015 y quienes lo padecen piensan: "¡Tengo que sentirme bien siempre a todas horas! Si no es así me sentiría muy mal", hablamos de un pensamiento rígido, extremo que no considera la maravillosa escala de grises emocional de la vida.
Martin Selligman, el psicólogo creador de la Psicología Positiva dice que la felicidad pasa por una autorregulación y una expresión asertiva de todas las emociones, y que en el estudio de la misma se ha observado tres tipos de personas, profundamente felices y adaptadas, que la asumen de formas muy opuestas, pero también válidas: quienes se enfocan en los Placeres, de carácter efímero, y son muy sociables y fiesteros; quienes se enfocan en los Compromisos, como los padres y las madres dedicados a su rol quienes lo desempeñan con alegría, y quienes se dedican a una vida de Significado Superior, como los filántropos y activistas que dedican su vida a causas nobles y más grandes y perdurables que ellos mismos, como Nelson Mandela, Martin Luther King o la Madre Teresa de Calcuta.
La Salud Mental es un equilibrio entre nuestro mundo interno, nuestras relaciones interpersonales y las áreas de experiencia humana que compartimos donde se expresan el arte la filosofía, los mitos y las religiones. Para ser feliz debe conocerte a ti mismo, estar consciente de tus límites, saber lo que te gusta, no reprimir tus emociones y expresar tus deseos de forma precisa y asertiva. Cada quien es feliz a su manera y eso debes respetarlo, no imponer tu estilo de felicidad a tus amigos, y sobre todo a tu pareja, darle espacios para sus aficiones, compartir y buscar zonas de disfrute de experiencias significativas en común y aumentar la frecuencia de esos momentos que nos llenan de neurotransmisores benéficos para la salud, eso es construir una felicidad compartida duradera...y es vivir en Sexo y Alma!
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