Tras el
abrazo de fin de año nos abrimos al inicio de uno nuevo, y la visión de los
doce meses por delante representa una oportunidad para vivir con mayor plenitud
y felicidad. Si bien el tiempo es un continuo, y ha sido el hombre a través de
la historia quien se ha empeñado en fragmentarlo en unidades medibles y
manejables, es innegable que ello nos permite poner en perspectiva nuestros
proyectos, planificar, y lo más importante, tomar consciencia de los ciclos que
se vencen, para cerrarlos y comenzar de nuevo, sin apasionamientos, sin dolor,
al tiempo que tomamos consciencia de las lecciones aprendidas para seguir
evolucionando.
Uno de los grandes aprendizajes del año pasado ha sido no esperar nada de los demás, y suena descorazonador, pero no lo es, se trata de algo práctico que nos suele afectar mucho. Cuando damos cariño y afecto, cuando hacemos nuestro trabajo con pasión, esperamos una retribución en igual medida, y esto no siempre sucede...por razones desconocidas asociadas a las carencias del otro, quien de seguro estará librando sus propias batallas personales, las cuales no estamos en la potestad de juzgar. Compasión es no analizar estos comportamientos. Por otra parte, creo firmemente que esa retribución que llega de fuentes inesperadas, en el momento preciso, en el tiempo perfecto de Dios.
Otra lección invaluable: aprendí que ser buena y ser tonta no es lo mismo. Hay belleza y perfección en los límites. Las personas que realmente importan, esos amigos de corazón que son la familia que elegimos jamás cuestionaran tus límites, en lugar de ello los respetarán, sin embargo hay muchos oportunistas que lo que quieren es aprovecharte, para ellos los límites actúan como un repelente infalible.
El tercer regalo, y no menos importante, comprender que la envidia existe, y es el sentimiento más lamentable que pueda albergar un ser humano. Mientras las personas conscientes vemos el éxito ajeno con admiración, como inspiración para alcanzar nuestro máximo potencial, la persona envidiosa, que es de alma pequeña y mezquina, se paraliza y se corroe de la rabia, lo cual es muy triste.
Te invito a hacer este inventario de lecciones, más que la consabida lista de propósitos que solemos abandonar. Tu único propósito debe ser mejor que el año pasado, para ti, y desde el amor propio, ese que se ejerce en primera persona.
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